Allí



               Aquella tarde la tenue fría brisa rozaba mi semblante y el color rojizo, rosáceo, azul, anaranjado, me calentaba mientras sentía que estaba en ninguna parte, aquella tarde la quietud, la paz, el silencio tan solo roto por el aire rozando con las rocas, me transportaba a aquel lugar donde hoy todos vosotros también estáis, donde paseasteis llenando todo de color con la naturaleza de vuestra esencia, llenando la tarde de aquello que entonces era impreciso, después cayó la noche bajo el manto estrellado, observaba cada destello sobre el azul cobalto donde se abría de nuevo esa ventana por la que nos asomamos a una dimensión, que tras escrutar con el alma en el corazón, hacía que me posase en el fondo del espíritu y en los cimientos más profundos del Akonai.

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